El libro.
En un país gris atravesado por millones de tuberías que van y vienen, en las afueras de la gran ciudad, vive M, un chiquillo de unos pocos años al que le encanta jugar con sus amigos. Una mañana en el jardín de su casa, cae un meteorito, asunto intrigante que hará enloquecer a los gobernantes del país.
A partir de aquí todo es un ir y venir. Reyes y cortesanos, científicos y no científicos, guardias y no guardias, profesores y alumnos; huidas y persecuciones; tuberías grandes, pequeñas, con vida propia… y el consejero «Nosferatu» Carpio que, de principio a fin, cree controlar todas las compuertas y exclusas que aparecen en este libro de buenos y malos.
Mil millones de tuberías es un parque temático con torres, almenas, estandartes, armaduras, yelmos, grebas protectoras y conductos inexplorados donde el lector asumirá el papel de protagonista y se colará por las páginas de esta ficción sin otra determinación que la de acompañar a M y pasar un buen rato recreándose en las correrías del muchacho. Un ir y venir por los conductos del país donde las sorpresas irán apareciendo conforme avanzamos en la lectura.
El autor y el ilustrador
Diego Arboleda nace en Estocolmo (Suecia), en 1976, donde sus padres se habían trasladado por estudios y trabajo. Siendo un niño, su familia se establece en Madrid, ciudad donde se licenciará en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma. Su trabajo como librero, en una de las más importantes librerías de Madrid, le despierta su pasión por los cuentos clásicos y le lleva a introducirse en el mundo de la narrativa.
Ha recibido varios premios por sus obras: En 2008 publica su primera obra “Tic-Tac”, galardonada con el Premio de Cuentos ilustrados de la Diputación de Badajoz e incluida en la Lista de Honor de la Organización Internacional para el Libro Juvenil. . En 2014, gana el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por “Prohibido leer a Lewis Carroll”, obra de la que el jurado destacó "su originalidad, sentido del humor y ritmo narrativo". Por esta obra recibió además el Premio Lazarillo cuando aún era un texto inédito y el de la Fundación Cuatrogatos de Miami.
Otro punto relevante del libro son las ilustraciones de Raúl Sagospe. En azul y negro, con grises aguados dando volúmenes y sombras, con trazos decididos, el ilustrador va poniendo cara a los personajes y diámetro a los millones de metros lineales de cañerías que cruzan las páginas de principio a fin.
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